Los 10 principios conservadores, de Russel Kirk
- El conservador cree en la existencia de un orden moral perdurable.
De acuerdo con Kirk, los hombres y las naciones están gobernados por leyes morales, y esas leyes tienen su origen en una sabiduría que es más que humana. En realidad, parten de la justicia divina. Por supuesto, enunciados semejantes los hallamos en la Biblia y, posteriormente, en las concepciones iusnaturalistas cristianas. Sin embargo, Kirk los encontró también en el pensamiento griego de Esquilo, Sófocles o Eurípides o en los escritos de Cicerón o Marco Aurelio.
- El conservador abraza las costumbres, las convenciones y la continuidad.
Para Kirk, resulta estúpido tratar a una sociedad humana como una máquina que puede ser tratada mecánicamente. El orden, la justicia y la libertad se pueden ver alterados por la brusquedad de los cambios, y éstos –cuando sean necesarios– deben ser realizados de manera gradual y razonada.
- Los conservadores creen en lo que podríamos llamar el principio normativo.
Señala Kirk que la norma es absolutamente indispensable para la convivencia. De hecho, nuestra misma moral es un código de normas. Esas normas vienen establecidas desde tiempo inmemorial, y deberíamos atender a ellas porque forman parte de una sabiduría de la especie que supera las individuales.
- Los conservadores se guían por el principio de la prudencia.
Como dejó señalado John Randolph de Roanoke, mientras que la Providencia avanza lentamente, el Diablo siempre vuela. Por eso, como indicaron personajes tan dispares como Platón o Burke, la mayor de las virtudes del estadista es la prudencia. En lugar de buscar los logros inmediatos y el aumento de popularidad, hay que reflexionar en profundidad antes de acometer cambios, porque una reforma súbita y agresiva es tan peligrosa como una intervención quirúrgica súbita y agresiva.
- Los conservadores atienden al principio de la diversidad.
Según Kirk, cualquier intento de uniformización es un ataque contra la libertad. De hecho, las únicas formas legítimas de igualdad son la igualdad ante el Juicio Final y ante los tribunales de justicia que obran de acuerdo con la ley. Cuando se producen otros intentos de nivelación obligatoria, el resultado es el estancamiento de la sociedad.
- Los conservadores evitan los excesos, dado su apego al principio de la imperfectibilidad.
Partiendo de la lectura puritana de la Biblia y de su reflexión de la Historia, Kirk señala que el ser humano no es perfecto y, por tanto, no se puede esperar la creación de un orden político perfecto. Por ello, «aspirar a la utopía es dirigirse hacia el desastre», y la razón es que «no hemos sido creados para la perfección».
- Los conservadores están convencidos de que la propiedad y la libertad están inseparablemente conectadas.
Las grandes civilizaciones se han levantado sobre la base de la propiedad privada. Precisamente por eso, el nivelamiento económico no es lo mismo que el progreso económico, incluso puede que resulte incompatible con el mismo.
- Los conservadores apoyan las comunidades voluntariamente consentidas, en la misma medida en que se oponen al colectivismo involuntario.
Enraizado en una sociedad civil muy activa y vital como la norteamericana, Kirk era consciente de su necesidad. Las distintas iglesias, las asociaciones de voluntarios, las entidades locales resultan indispensables para que una sociedad sea saludable.
- Los conservadores entienden que es necesario poner prudente freno al poder y las pasiones humanas.
El poder está lleno de peligro, por lo tanto, el buen estado es aquel en el que el poder está controlado y equilibrado, frenado por constituciones y costumbres sensatas. Kirk se hace eco en este principio concreto de uno de los grandes aportes de la Reforma del siglo XVI al pensamiento político, aporte mantenido por los puritanos y consagrado en la Constitución de los Estados Unidos y –no lo olvidemos– negado por los revolucionarios franceses y rusos.
- Los conservadores inteligentes comprenden que una sociedad vigorosa requiere el reconocimiento y conciliación de lo permanente y lo mutable.
En contra de lo que se suele aducir, los conservadores no se oponen a las mejoras sociales. Pero saben que el Progreso puede erosionar peligrosamente la Permanencia de una sociedad. Por ello, cualquier reforma debe llevarse a cabo con prudencia y sensatez, sopesando juiciosamente las consecuencias. El cambio es esencial e irrenunciable para el cuerpo social, pero para que sea beneficioso resulta indispensable actuar de manera prudente y gradual.
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